Sin sentirse eclipsado y con un considerable parecido físico con su hermano Frankie (confieso que cuando le vi me dieron tremendos escalofríos), Viti Ruiz ve la vida desde la timidez y la humildad de un hombre marcado por el éxito y el carisma de su desaparecido y querido familiar. Admite sin titubeos que siente cierta incomodidad al cantar canciones de su hermano, que preferiría cantar las suyas pero que sí el público se las pide es porque aún recuerda a Frankie y eso le llena de orgullo.
Con los dos sentados a la misma mesa, respondiendo preguntas que cualquiera podría hacerles y respondiéndolas con humildad y cercanía, los dos artistas derrocharon simpatía y prometieron un show al más puro estilo latino, no nos cabe duda que no defraudaron.
Y aunque los géneros tropicales no atraviesen por su mejor momento en cuanto a creatividad, estos dos grandes caballeros prometen que cada show sea un espectacular viaje a los años dorados en donde las luces de los teatros vuelven a resplandecer como si nunca se hubiesen empolvado con el lógico pasar del tiempo.
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