18 de diciembre de 2014

La crónica de un concierto imprescindible, el Joaquín Sabina en Madrid


Sabina

Durante los minutos previos más de uno pensaba y barajaba la posibilidad de que el maestro no pudiera volver al escenario. Con los nervios aún a flor de piel por lo ocurrido el pasado sábado la gente iba poco a poco llenando el Barclaycard Center de Madrid, antiguo Palacio de los deportes.

Sin embargo, todos estos malos augurios quedaban en eso, augurios. El tren volvió a Atocha, y con él Joaquín Sabina. Con bombín negro, traje verde, su mejor voz agrietada, más emocionado que nunca y con unas ganas terribles de comerse el escenario, de dejarse la piel durante los 90 minutos del partido y despejar todas las habladurías sobre su ‘Pastora Soler’.

Tras este pequeño viaje por las calles y rincones de Madrid el artista expresaba su más sentido dolor por lo ocurrido durante su primera cita en la capital. “En noches como hoy, comprenderán que decir gracias se queda corto”, reconocía el cantautor. Después, muy a lo ‘Sabina’ reconocía haber cumplido “esa fantasía de saber lo que haría la gente en el entierro de uno”.

Sabina enfilaba el escenario como el mejor diestro sale al ruedo, quería matar el compromiso que tenía con su experiencia. Volvía a visitar durante esta gira “500 noches para una crisis” un disco que publicó antes de sufrir un leve infarto cerebral, el que muchos valoran, incluido él mismo, como el mejor de toda su carrera y el último álbum de una juventud que se alargó hasta los cincuenta.

Mientras desgranaba una a una las canciones que componen estos ’19 días y 500 noches’ el artista se acordó de algunos de sus amigos presentes entre el público de esa noche, Joan Manuel Serrat, Ana Belén,Víctor Manuel, Jorge Drexler y Alejo Stivel.

Entre su repertorio no faltaron sus temas más canallas, esos que como Sabina contaba nacían en los locales alumbrados con luces de neón, respirando el humo de sus cigarros y observando cómo se derretían los hielos en alcohol barato, ‘Canción para la Magdalena’‘Barbi Superstar’ y ‘Nos sobran los motivos’. “Dejé los bares de madrugada y empecé a dormir unas cuantas horas cada noche, porque este disco se hizo en noches insomnes y de forma muy intensa” confesaba sin tapujos ni arrepentimientos.

Saliendo de sus obligaciones, cerraba la primera parte del concierto ejerciendo de celestino con una propuesta de matrimonio que finalizó de la mejor forma posible. La pareja protagonista fue invitada porSabina a bailar al son de ‘Noches de boda’, vals que se fundía con ‘Y nos dieron las diez’, que anoche fueron las doce largas.

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