
Axel es de esos artistas del que, cuando escuchas cualquiera de sus muchas y exitosas canciones, no eres capaz de reparar en su simpatía. Te parece un magnífico trovador, un compositor y multiinstrumentista portentoso y que tiene un sentido de la melodía que le hace sencillamente único. Pero cuando se tiene la oportunidad de conversar con él y se siente el amplísimo afecto que le tiene a aquello que ama, uno se da cuenta de que esas canciones de amor surgen de una transparente franqueza. Y lo que en un principio iba a ser un concierto más, en su caso se convierte en un striptease sentimental encomiable.
Se presentó en una sala pequeña —la Galileo Galilei—, un teatrillo donde caben sueños humildes y grandes canciones. Y esas grandes canciones se mezclaron con los sueños y los apuntes biográficos y dieron como resultado un recital hecho a la medida de lo que todos esperábamos. Un aderezo de canciones de amor, de pianos, guitarras, ukeleles y banjos, de poesía mucho más que azucarada pero, sobre todo, de canciones hermosas.
No sentí, como en otros artistas, que el ambiente fuese caldeándose a medida que avanzaban minutos y temas. Axel entró con todo, hizo un repaso emotivo a su carrera, tuvo tiempo para hacernos reir con la idiosincrasia argentina pero, sobre todo, se hizo acompañar de una artista, Vanesa Martín, con la que existe una química musical estupenda. La malagueña estuvo en su línea, con su inconfundible chorro de voz y su sonrisa pluscuamperfecta, entregada y feliz. Y eso nos hizo disfrutar a los presentes.
Si hubiera que poner un pero diría que se nos hizo corta la hora y media que se prolongó el evento. Me quedé con ganas de un repertorio más amplio, porque con siete discos a sus espaldas, hay para dos horas de recital. Eché de menos más piano, porque ahí, en esa intimidad de su voz y este hermoso instrumento, es donde encontramos a un Axel en estado de gracia, ahí es donde el bonaerense fabrica sus baladas más célebres. Pero no puedo pasar por alto esa versión casi reggae del Te voy a amar que me sorprendió gratamente.
Poco a poco, el argentino va tocando puertas que se abren. No tanto porque son buenas canciones las que trae en su maleta —que lo son—, sino porque Axel es un artista completo, con una cantidad de recursos sorprendente, pero también un magnífico conversador. Anoche era una persona con una vida corriente que se subió a un escenario para hacer lo que mejor se le da: cantar al amor. Con los tiempos que corren es algo que siempre hay que celebrar.
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