La cita era ayer en el Café Berlín, no era ni demasiado temprano ni muy tarde. Y en esa medida justa del tiempo, aparecieron dos músicos de altura. Era la primera gran oportunidad que tenían los madrileños de verles sobre un gran escenario y ninguno de los dos defraudó. Arrancó el show con Rodrigo Aray, un músico sublime, de esos que sólo con su presencia sabes que estás a punto de presenciar algo único. Y sucedió. Comenzó al piano, siguió con un mandolín y acabó con una guitarra. Sus canciones tienen esa mágica capacidad de decir muchas cosas adornadas de los adornos justos y eso era, precisamente, lo que ayer estaba pidiendo el público.
Qué grata sorpresa cuando arrancaron los primeros compases, cuando poco a poco el chileno iba desgranando su historia y los propósitos de sus canciones. Qué bien sonaban los acordes inspirados en el country cuando se cantaban en español con su habilidosa virtud para despojar un sonido tan anglo de esa pátina de lo rural y hacerlo íntimo y cercano.
Y cuando tocaba despedirse, cuando ya todo el público cuchicheaba acerca de las más que positivas sensaciones causadas, Ricardo presentó a Diana Ciliberti, regresó al piano y juntos prácticamente hicieron historia al interpretar a Franco de Vita en una de sus composiciones más celebrada. Cuando conocían el tema aplaudieron a rabiar, incluso hubo más de un vello de punta en aquella penumbra mágica y sobrecogida.
Rodrigo dejó arado el campo para que Diana recogiera el fruto. Su voz inconfundible y la potencia controlada —que no comedida— de sus canciones hicieron que no decayera la sensación de que, aunque se trataba de un concierto pequeño, se estaba tratando de un espectáculo único. No hubo espacio para grandes bandas, pero tampoco se echaron de menos. El rock de Ciliberti no sonó descafeinado, sonó encajado en instrumentos sencillos, sonó en su justo espacio, amplificado por unas letras bien construidas, tejidas casi desde lo artesano. Eran, en resumen, canciones que se tocaban con las manos.
Rodrigo y Diana demostraron anoche que la música latina va mucho más allá de los también maravillosos ritmos tropicales, El pop rock latino escribe con ellos unas líneas hermosas, sutiles, sin vértigos. Escribieron anoche música en las alturas. Nosotros, mirábamos, omnubilados, desde abajo.
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