Se llama La Maestro y es la guitarra soñada por Paco de Lucía. Fue diseñada por el propio guitarrista y producida por su amigo y luthier Antonio Morales. Fue también el último deseo del genio de Algeciras antes de fallecer el 25 de febrero de 2014: La Maestro, un instrumento afinado a su gusto, con el que girar por el mundo, pero que nunca pudo coger entre sus manos. Ahora, sin embargo, dos años después de su muerte, esta guitarra española ha viajado por medio planeta con el fin de honrar la memoria de su dueño y creador.
El documental La guitarra vuela explica la historia de esta guitarra y su periplo de 40 días por distintos lugares que marcaron la vida y obra de Lucía. Una idea que nació del productor y compositor Javier Limón, amigo personal del guitarrista algecireño, y el creativo Jorge Martínez. “Paco era un obseso de la afinación y la guitarra es un instrumento muy imperfecto, que hace 80 años eran básicamente cajas de zapatos. Esta guitarra, además de por sus sonidos y unos armónicos especiales, destaca porque no se mueve de afinación a pesar de rasgarla fuerte”, explicó Limón en la presentación del filme, que cuenta con la colaboración de la compañía aérea Iberia.
Esta peculiar guitarra voladora sale del estudio del guitarrista fallecido en su casa de Palma de Mallorca y va al encuentro de diferentes músicos que esperan al instrumento en ciudades españolas, portuguesas, estadounidenses y latinoamericanas. En palabras de Martínez: “Esta guitarra ha abierto todas las puertas habidas y por haber. Nos permite poner en valor la figura de Paco y ver una parte educativa de los folclores musicales que le influyeron”.
De esta forma, este viaje tiene mucho de litúrgico. La madre del guitarrista español, Lucía Gomes Gonçalves, era original de un pueblecito del Algarve y, en el popular barrio de La Fuentenueva en Algeciras, era conocido como “el hijo de Lucía, la portuguesa”. La primera parada de La Maestro es Lisboa, donde la cantante Mariza hermana las raíces centenarias del flamenco con el fado. De ahí a Nueva York y Boston, ciudades en las que el jazz cobra protagonismo para ilustrar la figura de Paco de Lucía, quien, como recordó Limón, fue pionero en adentrarse desde el flamenco en este universo de ritmos de origen estadounidense.
Gabriela Canseco, viuda del guitarrista, explica “los tres pilares” que sustentaron la creación artística de su marido a partir del flamenco. Cimientos erigidos en América: el jazz de Estados Unidos, los ritmos de Cuba y la bossa nova de Brasil. A partir de este triángulo espiritual, el viaje prosigue su curso por La Habana y distintas ciudades de América que muestran el peso monumental de la guitarra española y su mayor embajador. En Buenos Aires, el compositor y guitarrista Luis Salinas, que tocó con Lucía, comenta con sorna: “Estaba hasta atormentado con seguir mejorando. Quería cantar pero era muy tímido y se puso detrás de la guitarra y nos arruinó la vida a todos”. Su peso en la historia de la guitarra también es valorado y admirado por la peruana Mónica Giraldo, los colombianos Chabuco y Mónica Giraldo, los mexicanos Jenny and The Mexicats, los uruguayos Rubén Rada y Lobo Nuñez o los brasileños Carlinhos Brown y Caetano Veloso. Este último, desde el salón de su casa, con La Maestro entre las manos, interpreta ‘Coração Vagabundo’ y afirma que “Paco era una maravilla de la naturaleza”. Tampoco faltan los artistas españoles como Tomatito y Diego El Morao, dos de sus discípulos más aventajados, que reconocen su deuda con “el maestro” y Alejandro Sanz, que en plena gira por México se detiene para reconocer que se metió en la música por él y afirmar que “dejó una nueva poesía en el lenguaje de la música”.
Fue en México donde Paco de Lucía murió. Se encontraba aislado del mundo. El mar le llevó hasta allí, a Playa del Carmen, donde “tenía su barquita, su pesca y su Caribe”, como recuerda su viuda. Allí también soñó con La Maestro, su última guitarra, una guitarra universal, de todos, como su flamenco imperecedero.
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