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"Yo jamás he dejado a nadie, jamás, siempre me han dejado a mí porque soy insoportable. Miguel [en su ámbito más íntimo] es un coñazo de tío en pantuflas, tranquilo en su cocina, con sus libros, en el huerto, casi no habla y no transmite nada. Bosé [su identidad artística], por otro lado, es un desmadre de locura al que raramente ves, porque siempre está desaparecido, así que es normal que me hayan dejado siempre. Pero esto suele pasar en las profesiones que son muy públicas", se sinceró el intérprete en una entrevista a un programa de radio'.
Son precisamente esas dos vertientes de su existencia las que llevaron al camaleónico vocalista a adentrarse en el universo de la paternidad a una avanzada edad, en un período en el que por fin dio con la clave para poder compaginar de forma equilibrada sus compromisos profesionales con su ferviente deseo de tener hijos -el cantante es padre de cuatro niños- y formar una familia numerosa.
"Yo decidí tener hijos bastante tarde, porque en el auge de mi carrera sabía que no podría mantener una familia con solidez. Era importante para mí poder hacer las dos cosas y que estuvieran bien hechas, así que esperé al momento adecuado", aseguró antes de explicar cómo administra su tiempo para sacar el máximo partido a los dos planos más importantes de su vida.
"Lo importante es tener una agenda y crear dos agencias, una para tu profesión y otra para tus hijos. Porque si el papá no está porque debe pasar unos días fuera, pues ellos tienen gente para hacer su vida diaria. Pero vamos, yo hablo con ellos tres o cuatro veces al día, y ya no me voy tres meses fuera, sino que vuelvo cada quince días. Además tengo más experiencia, más peso a nivel emocional", aseveró.
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