GABRIELA C. FRANCO.
No se podía esperar menos. El pop rock y el romanticismo de La Oreja de Van Gogh vinieron de la mano en un concierto con todas las entradas vendidas y con el reclamo de ser una segunda fecha tras agotar también boletos el día anterior.
El público esperaba ansioso por escucharles. Los donostiarras abrieron el concierto con Estoy contigo —tema que también inaugura su más reciente producción, Planeta Imaginario—. Y allí estaba la voz angelical y potente de Leire, derrochando simpatía, poniendo sentimiento y haciendo sentir al respetable como si estuviésemos en casa, enfatizando cada frase, henchida con inusitadas cuotas de sentida emoción, contagiando el ambiente lleno de ritmo y de grandes canciones.
Así es el sonido de La Oreja de Van Gogh, un continuo torrente para desbordar sentimiento con premeditación y alevosía. Buena prueba de ello fueron No vales más que yo, mil rosas, 20 de enero, Camino de tu corazón... Cada tema es así, variable, lo mismo cabe el espacio para hablar de la inefable violencia de género como de amores de melodrama que acaban bien en entornos muy del norte, véase, estaciones de tren con niebla, esos sencillos pero al mismo tiempo entrañables cafés de San Sebastián...
Con todo el espacio y la exorbitante iluminación sobre el escenario, Leire se sintió cómoda, desenvuelta y líder en la tarima, justificando cada canción con las palabras exactas, casi contadas, palabras que llegaban y emocionaban a todos, compartiendo esa magia adivinable en otros conciertos pero especial esta misma noche.
Hermanados la vocalista del grupo y los muchos, muchísimos asistentes, las canciones y la emoción iban compartiendo compases. Cerraron con dos evidencias tan absolutas como adorables: Qué chica más tonta, una bonita descripción de la ingenuidad musical a que nos tienen acostumbrados, y una nueva cita para enamorarnos de su música pegadiza pero no empalagosa, será en diciembre, el 26, en el Wizink Center de la capital de España. Apuntémoslo en la agenda.
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