15 de enero de 2017

Jesse & Joy funcionaron a las mil maravillas en Madrid hoy


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FERNANDO J. LUMBRERAS,

Los matinales de El País dejaron hoy domingo el regusto de esos conciertos bien planificados y exquisitamente trazados. Desde el principio, los hermanos Huerta —Jesse & Joy— supieron dónde se encontraban, que Madrid es, en términos musicales, una plaza exigente y compleja, que llenar teatros es, en los tiempos que corren, toda una hazaña y que poner en pie al respetable, por muy nutrido número de fans que hubiera, es tremendamente complejo. Bueno, pues sabedores de eso, lograron eso y mucho más, con una actuación muy convincente y una colección de canciones solvente y exitosa.

Comenzó el concierto con cerca de diez minutos de retraso pero no hubo oportunidad para la impaciencia porque enseguida vinieron a llegar los éxitos, muy bien hilvanados, con un acompañamiento en que la percusión sí noté que fue menos contundente de lo que nos tienen acostumbrados en los discos, pero en ningún momento desafortunada. Tal vez una batería en un teatro como el Lara, pequeño, íntimo y de muy buena acústica, habría estado de más.

Ha sido un concierto en el que las canciones desfilaban dentro de la intimidad, con un directo muy bien ensamblado, con los dos hermanos locuaces pero sin llegar al cansancio, dosificando de maravilla las sensaciones, enamorándonos poco a poco con una voz armoniosa, dulce y muy bien templada.

Lo anecdótico fueron los éxitos, que ya sabíamos que llegarían y no faltaron a la cita. Cuatro discos dan mucho de sí y hoy hubo un poquito de todos, con canciones premiadas y otras que son de las que nos mueven algún que otro engranaje dentro. Cuánta brillantez para componer el repertorio pero qué fácil debe haber sido.

La música de Jesse & Joy combina un pop ligero con un country también edulcorado en determinadas pinceladas, esa mezcolanza mexicana y estadounidense escapó de los tópicos. Podrían haber cantado en inglés algunas de las versiones, aprovechando que recientemente han estrenado éxitos en su segundo idioma pero no, el castellano se impuso al ciento por ciento y todos cantamos esas pequeñas canciones, pequeñas porque nacieron en lo modesto, en la sencillez de unos acordes de guitarra o de un piano, pero engrandecidas después por el arte y ensayo de los estudios y de la tecnología sin renunciar a su esencia original.

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