
FERNANDO J. LUMBRERAS.
Sólo un cantante como Coti podía desencajar París en una canción, o escribir entre ejercicios de una poesía hermosa y rotunda algo tan primario como 'Qué buena que estás'. Así es el imaginario de este argentino, hacedor de canciones, contador de historias y multiinstrumentista que ayer cerraba en Madrid dos veladas de música, conversaciones y confidencias en los Teatros Luchana.
Coti se reveló anoche como un excelente conversador. Entre lamparillas de velador, una copa de vino y varios instrumentos musicales dispersos por un escenario pequeño, dio la sensación de estar improvisando esas canciones que lo han encumbrado pero en realidad todo estaba sutilmente preparado, medido en lo artístico pero desbordado en lo que se refiere a emociones.
Varias fases se dieron, hilvanadas con elegantísimas puntadas en forma de anécdotas propias o ajenas para las que siempre existía (y existe) una canción. Así es este argentino, de mirada pícara y un talento encomiable para dejarnos la boca con regusto a tango cuando entonamos una de sus canciones, recurrente y variopinto. Un primer segmento, vino con el bandoneón, comenzó sentado, abrazando un instrumento tan añejo cono cualquier gran historia. Luego pasó a las cuerdas y su peregrinaje por las grandes canciones derivó en un piano, tocado con brío y con el oportuno apasionamiento,
Con Coti sucede algo curioso: uno escucha sus canciones y tiene la sensación de que nacieron antes de que él las escribiese. La estructura, la letra, la melodía... todo es familiar, todo encaja magistralmente para adornar historias cotidianas pero muy pulidas en la lírica, muy sentidas en el canto.
Qué bonita manera de disfrutar de canciones tan hermosas, qué gusto tan exquisito por interactuar, por hacer que la sala del teatro pareciera la de una casa y allí estuviésemos nosotros de invitados, abriendo un álbum de sonidos, escudriñando en su memoria con una particular óptica. Ayer en Madrid nos reencontramos con la esencia del músico, que es lo mismo que decir que nos reencontramos con Coti.
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