10 de enero de 2016

Así es Manuel Medrano, protagonista de 'El disco del año'


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Tiene 27 años y desde los 19 hace canciones atravesadas por una frase que pronuncia como una especie de mantra: «Volver a empezar». Compone y canta para los nuevos comienzos, dice, para salir de esa etapa de tristeza, cuando un afecto termina.

La música siempre le ha hecho guiños, bien como compañía, diversión y hoy como una forma de vida, de pasión. Hoy es parte de su todo, gracias a que hace seis años su bajista conoció las canciones y lo invitó a crecer su proyecto. Vio un material profundo, que merecía darse a conocer.

Conciertos universitarios, videos acústicos y algunos proyectos audiovisuales fueron la plataforma que luego se trasladó a redes sociales con el nombre Manuel Medrano y letras como «Hoy me siento fuera del planeta y no puedo respirar muy bien. No están tus labios donde los dejé, no fue la vida como la soñamos» tuvieron otros dueños, que se sintieron identificados con las emociones de este solista que hace música romántica, como él mismo se define.

«Cada quien vive mis letras de manera diferente y eso no deja de ser emocionante. Hay personas que se están casando con Fuera del planeta y es increíble».

La historia que le tocó el corazón fue la de una joven que tenía una relación muy especial con su padre y este fue diagnosticado con una enfermedad degenerativa, que afectó su cuerpo y su cerebro. Ella empezó a pelear con la vida por lo que sucedía y le resultaba inexplicable. La rabia le estaba ganado la batalla al amor por su padre. Ella le contó a Manuel que la canción Fuera del planeta la ayudó a entender el episodio y seguir adelante.

«No fue la vida como la planeamos… Y ahora sé cuál fue la fuerza que me ató a ti. Corramos juntos, vámonos de aquí, a donde tú quieras».

ue ocurran momentos como este, propiciados por unas letras que Manuel compuso sentado al piano, no deja de ser intrigante. Gratas coincidencias que le recuerdan que las canciones, sus canciones, no le pertenecen.

Antes de oír sus canciones en las emisoras, de hacer conciertos en Medellín y Bogotá, o de deleitarse cuando en un recital el público corea todos los temas y no solo el sencillo que presentó de manera oficial, Manuel tocó en bares en Bogotá, vendió instrumentos musicales, administró un café. La música, al final de cuentas, le coqueteaba al cartagenero, que tiene la ciudad presente en la piel y ausente en el acento.

La modestia aparece en sus frases para sugerir que no se siente dueño de una voz especial, o que no se atreve a decir si canta bien o mal. De lo que tiene certeza es de que su voz y sus letras han cautivado.

¿Será porque, como asegura, lo hace con una voz limpia, sin artificios, con sinceridad y respeto?
Manuel recuerda que es un empírico musical, que llegó a este universo de canciones y arte porque un día cualquiera lo fascinó la música de Silvio Rodríguez que su hermano guardaba en un casete.

Hoy está interesado en la música colombiana contemporánea, firmada por bandas y artistas como Pedrina y Río, Monsieur Periné, Juan Pablo Vega, Puerto Candelaria, Los Petit Fellas y Esteman.

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