9 de marzo de 2016

El más fuerte todavía de Love of Lesbian


Love of Lesbian, una nueva cumbre acogedora

Con 1999 (2009) Love of Lesbian cosecharon un inesperado éxito que los convirtió en un grupo popular. Siete años después, la resaca de aquel cambio no ha concluido. El éxito, esa lacra que te convierte en indigno si tus raíces están en la música que solo puede gustarle a unos pocos, es un factor que genera interesantes reacciones artísticas en LOL. Porque aun teniendo facilidad para escribir canciones que enganchen al público, no dejan de explorar caminos sonoros distintos. Ya lo hicieron en el catárticoLa noche eterna. Los días no vividos(2012), y también en el e.p. Nouvelle cuisine caníbal (2014); ahora vuelven a ello, con menos urgencia, con más sosiego. El poeta Halley gira en torno a la necesidad de seguir usando la música como vía de comunicación, anteponiendo la honestidad a cualquier fin. Contiene canciones pegadizas, pero no es una obra creada para contentar a nadie salvo a sus propios autores. Es un disco acogedor, extraño y familiar a la vez -como suele ser en el mundo de LOL- que invita a ser escuchado de principio a fin, sin trabas innecesarias que distraigan de su disfrute.

Santi Balmes ya invoca desde el comienzo, en Planeador, a ese fantasma llamado inspiración que nunca se sabe cuándo va a aparecer ni tampoco qué traerá consigo. También da la pauta de lo que aguarda en el álbum. En Los males pasajeros, dice "soy el rey del chiste malo", aludiendo a ese humor que ayudó a cimentar la popularidad del quinteto y que tanto molesta a quienes jamás osarían cuestionar ciertos juegos de palabras si vienen dados en inglés. Un humor que se presenta está vez más contenido, diluido entre algunos versos, más por exigencias del guión vital y creativo que por cualquier otro motivo. Sí que está claramente visible en el título de El yin y el yen, una de las composiciones más bravas del álbum, un conjuro contra todos los practicantes del desprecio que revolotean por el ciberespacio. Apoyándose en un riff de guitarra, el estribillo pide ser coreado en los conciertos al igual que lo hace el de I.M.T (Incapacidad Moral Transitoria), otro ejemplo de que LOL también aprovechan la sencilla energía del rock si se tercia. Cuando no me ves, una pieza eléctrica rematada por sintetizadores que le dan un barniz pop, aporta otro estribillo que apetece cantar, contrapunto también a las canciones más introspectivas, a los tiempos medios que llegan con El tiempo del mago, Canción de bruma, la soberbia Océanos de sed.

Psiconautas comienza como un guiño al pop británico y excéntrico de los sesenta para transformarse en rock sinfónico. Es una de las composiciones más ambiciosas de un disco que acaba con la canción que le da título, un bello cierre para una obra que hace de la búsqueda -búsqueda de la inspiración, de esa voz propia siempre creciendo, explorando su camino- su espina dorsal. En la parte final que es su epílogo, Joan Manuel Serrat recita un texto de Balmes, iluminando algo más este extraño y placentero viaje, con un sentido elogio a las palabras que nos ayudan a encontrar sentido a tantas cosas. A pesar de sus pequeñas imperfecciones y por encima de todo, El poeta Halley es la obra que marca una nueva cima en la trayectoria de LOL.

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