29 de marzo de 2016

Sobre Pal Mundo y sus cambalaches (artículo opinión)


por FERNANDO J. LUMBRERAS.

Pocas veces me suelo pronunciar para hablar en esta tribuna sobre polémicas generadas por terceros, pues entiendo que son asuntos de otros que deben ser dirimidos por los contendientes, pero permitidme que exprese mi humilde opinión a propósito de todo este rosario de dimes y diretes que en los últimos días se han venido moviendo sobre el ir y venir de artistas en el festival Pal Mundo. No sé si tenga una posición privilegiada para poder emitir estos juicios, pero sí que he venido escuchando opiniones, entrevistas, intercambios de acusaciones y comunicados y con semejante mosaico de pareceres, he ido sacando conclusiones. Buenas o no, supongo que los que más cerca andan del epicentro de este embrollo me dirán, pero ahí las dejo.

Hubo una persona que cuando supo del cartel definitivo del festival, allá por el mes de diciembre de 2015, me avisó: ya verás que de todos estos artistas, se van a caer casi todos. Y, a decir verdad, en aquel momento no supe si lo decía por conocimiento de este tipo de cosas, porque manejaba información privilegiada (cosa que dudo) o porque la experiencia es la madre de todas las ciencias. Pero a medida que iban avanzando las fechas y que se iban anulando presentaciones, me fui dando cuenta de que parece ser que hay una cierta tendencia al gigantismo en este tipo de eventos. Todos quieren hacer el macro festival, con las mega estrellas en el mega espacio. Y si difícil es ya muchas veces batallar con el ego de los artistas, aún más arduo resulta el preparar un evento de estas características sin caer en lo cutre o en lo deslucido.

Y a mi juicio, con este baile de nombres que han ido lloviendo como chirimiri, el festival Pal Mundo se ha ido diluyendo a un festival que tira más a lo urbano, que no resulta ser tan mundial, sino hecho al gusto de quienes prefieren el reguetón y sucedáneos. Al menos en Madrid, de los 4 artistas confirmados a día de hoy, don Omar, Farruko y Prince Royce se mueven en lo urbano, sólo Yan Collazo le pega ese toquecito salsero que a este paso resulta elegante.

No soy un defensor del reguetón, ni demasiado entusiasta de los ritmos urbanos pero entiendo que forman parte del mosaico de músicas que forman nuestro hoy musical, sin embargo, habría estado bien contar con artistas españoles, que permitieran esa integración que muchas veces se nos vende y que, la verdad, no es cierta en el 99 por ciento de los casos. Echo de menos artistas femeninas, que las hay y muy buenas, hecho de menos una reivindicación de 'lo tropical' que vaya más allá del perreo, del flow y del cangri, porque hay artistas para eso y para mucho más, pero supongo que es cuestión de despachos y de talonarios, que es donde realmente se mueven los engranajes de las cosas, le pese a quien le pese.

El festival Pal Mundo en España se ha visto inmerso en un revuelo de cosas que, con toda certeza, no merecía. Pero si hay que buscar culpables para hablar de esta bola de nieve tremenda que se ha montado, tal vez habría que echar un vistazo a la comunicación del festival. Los comunicados han llegado tarde, esto implica una mala gestión de la crisis y aquí ha habido una crisis seria. Eché de menos un comunicado indicando por qué Elvis Crespo se caía del cartel, uno más en el que se explicase por qué Yan Collazo y Wisin salían después y, desde luego, me parece desacertado que los comunicados salgan cuando entran en escena los nombres de Carlos Vives y de Gilberto Santa Rosa, como si fuesen dos mesías que tienen la culpa del éxito o del fracaso del evento.

Todos y cada uno de los artistas del festival son importantes, tienen un público y se deben a él, pero además de la mala praxis en la comunicación ha habido una mala praxis en los despachos, en los negocios y en los manejos. Claro, como suele decirse en estos casos, de esas aguas vienen estos lodos. Ahora nos encontramos que con apenas 4 días para que arranque Pal Mundo en Madrid, se ha convertido en un festival que es 'pal Mundo urbano', porque nos vamos a quedar sin Gilberto y sin Carlos, da igual los motivos.

El espectador quería un evento global, un evento con músicos de todos los estilos, que contentase a propios y a extraños como sólo la música latina sabe hacer. Ahora tengo cierto miedo a que todo se quede en un evento ramplón, que pase sin pena ni gloria y que la polémica desatada en estos días coja polvo en algún anaquel del desconsuelo o del 'ya veremos', si es que no son la misma cosa.

Cuando en una trama hay tantos presuntos culpables, ocurre que a los buenos no se los ve por ningún lado. Y no me cabe duda que ha habido buenos en esta historia. Es más, seguramente será gracias a esos buenos que los entusiastas de Don Omar, de Farruko de Prince Royce o de Yan Collazo disfruten con sus canciones mientras otros fruncirán el ceño y comenzarán a fabricar porqués a quemarropa para explicar lo inexplicable o apelar a los supuestos. Así pasa siempre

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