4 de abril de 2016

Fallece el cantante y compositor Manolo Tena a las 64 años


Manolo Tena, en una imagen de archivo.

Nacido en Badajoz, aunque criado en el madrileño barrio de Lavapiés, Tena se metió en la música fascinado por el rock y el blues, con especial predilección por John Mayall. En la agonía del franquismo formó su primer grupo en 1977. Su nombre: Cucharada. Fue una suerte su colaboración con Lacochu (Laboratorio Colectivo Chueca). A partir de esta relación, la banda consiguió en 1978 colarse en el disco generacional Rock del Manzanares (Viva el Rollo v.2), editado por el sello Chapa de Mariskal Romero. Cucharada pasó a ser una de las formaciones más simbólicas de lo que más tarde se conoció como rock urbano, etiqueta que no siempre gustó a sus protagonistas.

Como Burning, Leño o Asfalto, grupos de la capital alumbrados en los sinsabores de la ciudad y la vida barrial de una incipiente democracia, Cucharada nació con mucha actitud rock: protagonismo de las guitarras eléctricas, una buena dosis de teatralidad en sus directos y letras irreverentes para una sociedad que todavía vivía bajo la ley de vagos y maleantes, a la que criticaron en Social peligrosidad, composición que estuvo en el legendario recopilatorio de Chapa y les traería problemas en sus comienzos. No fue su única denuncia. También cargaban contra el consumismo, la hipocresía social o el poder de Estados Unidos.

Sin embargo, Tena mostraría su verdadero perfil en Alarma!!!, el grupo que puso en marcha en 1981. Con un sonido cercano a The Police, siendo demasiado rockeros para el pop de la movida y demasiados blandos para el rock urbano, Alarma!!! se movió en tierra de nadie en plena gloria de la movida madrileña, pero dejó ver la capacidad compositiva de Tena, un interesante creador de viñetas sentimentales, un hábil contador de historias de perdedores románticos. Aunque admirada por coetáneos como Los Secretos, y aun habiendo envejecido bien en la nostalgia de aquella época, a la banda siempre le faltó el carisma de Loquillo y los Trogloditas o una afinación pop más certera como la de Nacha Pop o Radio Futura.

Con todo, Alarma!!! sirvió también para anticipar el auténtico molde de Manolo Tena, que alcanzaría más éxito tirando por su cuenta. Como cantaba en la emotiva Frío, aquel cantante de chupa y patillas era “un extraño en el paraíso, un juguete de la desilusión”. Ávido lector de poesía, el músico introdujo más que antes en sus canciones el aroma de superviviente maldito, que, a fin de cuentas, ilustraba su propia figura existencial de adicto a las drogas con pronunciados descensos a los infiernos.

El golpe de gracia lo daría con Sangre española en 1992, donde, con el uso de vientos, supo insuflar un atractivo optimismo a su cancionero. Temas como Sangre Española y Tocar madera sonaban a todas horas y en cualquier emisora. Parecían himnos de la España de la Expo 92, aparte de convertirse en auténticos clásicos de karaoke. Aunque conviene señalar que no era todo oro lo que relucía y tanto éxito convivía con sonrojantes préstamos artísticos, llámense también plagios, como el que hacía con All That Heaven Will Allow del disco Tunnel of Lovede Bruce Springsteen en su tatareada Qué te pasa, la de “la moto estropeada”.

Pero, como en aquella isla de la Cartuja abandonada a su suerte tras el fulgurante fervor de la Expo 92, su carrera nunca volvería a ser igual. Tena, que entraría en la junta directiva de la SGAE, siendo uno de los músicos protegidos por la polémica entidad, cayó sorprendente, arrastrando sus problemas con las drogas. Cierto que no dejó de trabajar con gente como Miguel Ríos, Ana Belén, Luz Casal, Los Secretos, Rosario Flores, Siniestro total o Ricky Martin, pero tardaba años en sacar material nuevo y cada disco que salía era más intrascendente que el anterior.

Solo en el último año, tras siete de silencio discográfico, pareció recobrar el pulso con un álbum y un documental sobre su figura. Fue una vuelta alentada por su hermano Rafa y que vino acompañada por su presencia en el programa televisivo A mí manera, todo un vacuo ejercicio de nostalgia compartido con Marta Sánchez, Sole Giménez, Mikel Erentxun, Antonio Carmona o Nacho García Vega. En ese espacio de empalagosos homenajes, se veía a un Tena superviviente de su propia historia de éxito y fracaso. En el fondo lo era. Tena era todo un superviviente de esa generación de chicos malditos de la movida, ejemplificada en Antonio Vega, Álvaro Urquijo, Pepe Risi, Carlos Berlanga o Antonio Flores, que cruzaron más de la cuenta el límite de los excesos.

Lo era hasta hoy, aunque todavía resuene su característica voz carrasposa, desnuda bajo las lluvias.

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