FERNANDO J. LUMBRERAS.
Se les considera los chicos terribles del rock argentino, sus letras llenas de dobles sentidos, sus explosivas guitarras y los encontronazos con varias emisoras de radio latinas que se han negado a emitir algunos de sus éxitos más sonados conforman la iconografía que define a Illya Kuryaki and the Valderramas. El pasado viernes era momento de que su música contundente y rebelde sonara, después de 18 años de ausencia, en la capital de España. Y lo hizo con toda la fuerza que se esperaba, con un show vibrante y a ratos incluso febril.
Con más de tres décadas de música a sus espaldas, Dante y Emmanuel se reinventan tras cada trabajo, su música es sólida y transgresora pero también electrizante y contagiosa. El viernes tuvimos oportunidad de comprobar que su sentido para el rap está intacto después de muchas rimas, que no ha dado un paso atrás pese a los 3 Latin Grammy que adornan sus vitrinas.
El excelente sonido de la sala hizo que IKV brillaran como nunca. No podemos decir que el show fue in crescendo como las buenas operas, ya empezó contundente, con el deseo atroz de ganarse al público desde el primer compás, como así fue.
Mucho público argentino para ver a una banda que hacía tiempo había puesto interés en venir a España mucho más allá de lo placentero de encontrarse con sus paisanos residentes en esta parte del mundo, pero no faltaron de otros países por los que también dejaron buenísimas impresiones. A fe que Madrid necesitaba este rock contundente entre tanto sonido urbano electrónico o conciertos con sonido deficiente. Lo del viernes fue una catarsis guitarrera por todo lo alto, bienvenida y alocada, pero es que estos chicos son así, ahí está su secreto.
Fueron casi dos horas sin descanso de recuperar grandes éxitos, de presentarnos lo nuevo, de saborear ese rock de maestros y se marcharon triunfadores, para seguir conquistando Europa con su música atronadora y sonoramente incendiaria.
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