
Y junto al increíble torrente de famosos que pudimos ver aquella tarde desfilar por una alfombra roja llena de medios de comunicación, la mera idea de estar asistiendo a un momento importante en la trayectoria artística de Alejandro Fernández se dejaba ver cada vez con más claridad.
Nuestras sospechas se tornaron en rotunda verdad cuando Fernández salió al escenario envuelto en aplausos y comenzaba a interpretar los compases de sus canciones más queridas, navegando entre el pop más tradicional y el mariachi más mejicano. Dentro de unos días verá la luz el que es, sin duda, el proyecto musical más ambicioso del artista, algo más que una colección de canciones o de confidencias, es casi una cúspide artística y profesional, una merecida recompensa a una vida entregada a los escenarios, poniéndole voz a más de una banda sonora de la vida de alguien.
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