FERNANDO J. LUMBRERAS
Hoy era el día, durante meses habíamos venido hablando de "El Concierto", ese vigésimo aniversario de un disco mágico que tuvo su réplica en un evento sin precedentes en la historia musical de nuestro país. Hoy el protagonista era Alejandro Sánchez Pizarro, un madrileño de Moratalaz que siendo muy pequeño se marchó a vivir a Andalucía y que por los parques cercanos a la avenida del Doctor García Tapia se le veía guitarreando y flamenqueando como el que más. Quién iba a decirnos que en una velada entre varios de los antiguos capos de la música su nombre saltara de boca en boca allá por los primeros años de la década de los 90 y que alguien se refiriese a él como el gran futuro de la música.
Hoy, triunfador y en el cénit de su carrera, Alejandro Sanz reunió a 50 mil personas que corearon cada una de sus canciones en una celebración desbordante y de fácil éxito. El cantante y compositor venía con todo el papel vendido, con un repertorio certero, deslucido en los primeros compases por la polémica de un supuesto ataque que dejó a miles de compradores de su concierto en streaming sin poder ver los primeros minutos.
Los invitados añadieron un toque adicional a lo que se vio. Por lo general correctos, muy bien Bisbal con ese Y si fuera ella que cantase hace casi 17 años en ese Operación Triunfo que lo encumbró y a la que parece haber pillado el truco desde el principio. Muy sueltos también los hermanos Huerta —Jesse & Joy— y tal vez un poco breve la presencia de Niña Pastori. Me quedé con ganas de escuchar ese Caí completo, con la explosión instrumental de la canción en su completo apogeo, pero sólo se asomó una breve muestra, como para dejarnos con ganas de más.
Qué impecable la puesta en escena, con esa ínfula de los grandes eventos, que lo era, con sus leds creando formas y con el cantante interactuando con ese entorno virtual de luces, penumbras y demás parafernalia. Alejandro Sanz consiguió, con este concierto, enamorar aún más a sus fans, quienes 20 años después de Más, el disco que más copias ha vendido en la historia de la música patria, todavía siguen viéndole en estado de gracia. Puede que lo mejor de Alejandro ya haya llegado, que fuese ese disco magnífico y sublime, fruto de un encierro casi clerical, puede que los discos anteriores fueran preparatorios de esta obra maestra y los posteriores las sombras de ese coloso que pulverizó todos los registros.
Hubiera querido a un público más cómodo, con la posibilidad de ver, en pantallas gigantes, los detalles que sólo los que estaban más cerca pudieron captar, hubiera querido poder contaros que se nos dieron todas las facilidades para informaros, pero ya sabéis que hay personas para las que los medios digitales somos de segunda división, eso sí, se dedican a promocionar a sus artistas en estos espacios como si los conocieran a la perfección. Nos hubiera gustado deciros que Universal nos ayudó pero ni ellos ni Actúa Comunicación dieron facilidad ninguna para contaros lo que hemos visto. Hay quienes viven endiosados en sus podios de negociantes antes que asomarse a mirar cómo periodistas igual de talentosos o más que sus amigos hacen su trabajo con más ilusión y por menos dinero.
En fin. Hoy era el día de Alejandro, y Alejandro cumplió, con un concierto redondo y recordado que veremos seguro muy pronto editado en alguna parte para recordar siempre esta fecha también en esa historia de la música española que se sigue escribiendo.
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