El nuevo flamenco sí tiene magia, no la posee solo el ortodoxo, el más puro o el que reivindican aquellos que llevan muchos años de escenario en escenario. De hace un tiempo a esta parte, hemos venido descubriendo a una serie de jóvenes talentos que no solo han aportado un soplo de aire fresco a un género siempre ávido de captar nuevas experiencias. Esta nueva hornada de neoflamencos tiene en Marina García a un exponente importante, lleno de futuro.
Hacía mucho tiempo que venía siguiendo su música, esa concepción suave en que se mezclan historias, quejíos y ritmos más cercanos al pop. Hace ya meses que había descubierto en ella un talento que, sin duda, aún tiene que darnos muchas horas de gozo, pero el pasado domingo en Madrid aquella evidencia se hizo plausible. La artista jerezana subió al escenario con un público que estaba deseoso por escucharla, un público que coreó sus canciones que la arropó con ese calor con que se abrigan a las grandes estrellas en cuanto triunfan.
Uno sabía exactamente qué iba a ver pero no por ello la experiencia resultó predecible. Los duendes de Marina conocían cómo seducir y ella, derrochando hermosura y una voz de esas que tienen que llegar aún más arriba, les dejó hacer, convencida de que aquel momento era suyo y dispuesta a aprovecharlo al máximo.
La voz de Marina está llena de colores. Son evidentes sus influencias —hermosas influencias— pero también conviene acercarse a su personalidad sobre el escenario, a su manera de concebir el directo, a su interacción con los que fuimos a escucharla.
Un más que buenísima entrada la acompañó en pleno centro de Madrid, en una de muchas citas de magia flamenca que prometen casi un rosario de hechizos, con rostros jóvenes pero acompañados de nombres ya consolidados que pondrán los adornos que hagan aún más bellos los cantes que estén por venir.
Se puede decir mas alto pero no mas claro,,, Marina " La Sonrisa Del Flamenco Moderno"
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